Un empresario gastronómico y un periodista de viajes, llegaron hasta el Fin del Mundo para conocer de primera mano la cultura marina fueguina. La fundación Por El Mar (PEM) impulsó una acción en Tierra del Fuego para promover la protección de los bosques de cachiyuyo como ecosistema vital para cuidarla.

Somos lo que comemos, dice el saber popular. La naturaleza hace honor a esta expresión en Tierra del Fuego: el mar, parte fundamental de la identidad fueguina, aporta valor gastronómico que hace a la cultura local. La centolla, una de las especies características, ha disminuido en la región, lo que motivó esta acción, junto a referentes de la gastronomía, para concientizar sobre la importancia de cuidar el ecosistema que es vital para su crecimiento poblacional: los bosques de cachiyuyo.

 

El Chef “Lele” Cristóbal (Café San Juan) y el productor gastronómico Ernesto Lanusse (Feria Masticar), llegaron ambos por primera vez a Tierra del Fuego, y se embarcaron junto a PEM en un viaje por el Canal Beagle para visibilizar la importancia de cuidar el ecosistema marino fueguino. La acción incluyó visitas a algunos de los reconocidos chefs locales y una navegación para dimensionar la magnitud de los bosques de macroalgas y dialogar sobre la falta de centollas y sus consecuencias en la actividad gastronómica.

El motor de esta aventura fue Leandro Vesco, escritor y periodista especializado en viajes y gastronomía y explorador de historias en lo más profundo del país. Su experiencia del viaje quedó inmortalizada en el diario La Nación del día domingo 15 de octubre pasado.

Así fue la acción (VIDEOS):

 

Navegando por el Canal

A bordo del velero Pic la Lune, capitaneada por Diego Quiroga, emprendieron viaje a Puerto Almanza, para navegar sobre los bosques de cachiyuyo. Al llegar a tierra se dirigieron a Punta Paraná, donde Diana Méndez los esperaba en su Alma Yagán.

En este restaurante, Diana cocina para un máximo de once personas: “Cocinamos lo que recolectamos, la propuesta incluye pasos que van desde la tierra hasta el fondo del mar”. Méndez trabaja con la idea de intervenir lo menos posible en el entorno, entendiendo que la preservación del ecosistema “es necesario para la conservación de todas las especies”.

Carolina Pantano, bióloga marina y coordinadora de Conservación de la Fundación Por El Mar (PEM), formó parte de la acción. Desde el velero les cuenta a los visitantes que “donde hay bosques, hay un refugio para las especies”, señalando los bosques de macroalgas que se ven desde la superficie.

“Los bosques de algas de Península Mitre e Isla de los Estados son considerados uno de los ecosistemas marino-costeros menos perturbados de la Tierra, lo que a su vez potencia la importancia que tienen en sí mismos los bosques de cachiyuyos”, detalla Pantano. Su rol es fundamental en las redes tróficas marinas, por eso posee una gran importancia a nivel ecológico, ofreciendo sitios de cría, desove, refugio y zonas de alimentación a diferentes organismos marinos, entre los que se encuentra la centolla.

Para Carolina, la experiencia de navegar por el Canal Beagle no pasa sin dejar huella: “De por sí, para mí navegar es una experiencia muy placentera y transformadora. Hacerlo por el Canal Beagle siempre te puede sorprender, ya que podés encontrar desde una ballena jorobada, un delfín o los bosques de macroalgas. Todo el Canal tiene mucha mística por la historia de todos los navegantes que han pasado por allí y la de los pueblos originarios que vivían en el canal, en condiciones muy agrestes. Además, navegar por allí siempre presenta un desafío porque las condiciones pueden cambiar muy rápidamente; este viaje me dejó la sensación de mucha majestuosidad, introspección y tranquilidad”.

 

Visita a chefs locales

La temática de la falta de centollas estuvo en el foco de las conversaciones entre los visitantes y los cocineros locales. “Los bosques de cachiyuyo son importantísimos para la cultura de toda la gastronomía fueguina, y eso lo tenemos que cuidar”, reflexiona Lele en uno de los videos de la acción.

En Ushuaia, los visitantes llegaron hasta Kalma Restó, donde los recibió el Chef Jorge Monopoli. “Fue hermosa la visita de Lele, Ernesto y Leandro. Siempre es lindo recibir en estas lejanías a colegas, gente que ama la gastronomía como tal”. Sobre la falta del producto centolla y el ecosistema de los bosques de cachiyuyo, Monopoli reflexiona: “Como cocineros y como humanos, tenemos que hacer lo mejor para que esté lo más cuidado posible”.

“En el Canal Beagle tenemos abundancia, calidad y variedad de productos marinos que aportan sabores bien definidos a la gastronomía fueguina. El bosque de macroalgas da cobijo a cada uno de esos productos que tanto aprecio, que disfruto y quiero compartir; el ecosistema repercute, por ejemplo, en el producto centolla”.

También visitaron Volver, el icónico restaurante de Lino Adillon, quien recibió feliz a la comitiva: “El encuentro con Lele Cristobal, Ernesto Lanusse y Leandro Vesco fue soñado, lo planeábamos hace tiempo. Fue maravilloso tener a un tipo como Lele acá, porque es muy fácil hacer cosas con él. Lanusse, otra persona divina: estuve varias veces en la feria Masticar. Fue un placer tenerlos a los dos acá”.

Adillon cuenta, además, que es mucha la gente que llega a Volver conociendo la problemática existente con la centolla, y que se interesan y preguntan, buscando saber más sobre el tema.

 

La centolla y los bosques de macroalgas

 

Las investigaciones científicas son una parte fundamental para el cuidado de estos ecosistemas, ya que brindan la información necesaria para abordar el asunto. El Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) ha hecho estudios poblacionales en diversas oportunidades, pero desde el espacio expresan que es necesario que los estudios se sostengan en el tiempo y poder contar con financiación para llevarlos adelante, cosa que no siempre sucede.

María Bagur (quien forma parte del grupo de Gustavo Lovrich) realizó estudios con mini-trampas de centollas cerca de los bosques de macroalgas y dieron como resultado la presencia de ejemplares juveniles de centolla y también larvas.

 

Pero los servicios ecológicos del bosque de macroalgas trascienden los que brinda a su propio entorno: gracias a la capacidad que tienen de retener carbono, los bosques son aliados clave para combatir el cambio climático, habiendo sido valuado entre 550 mil y 1 millón de dólares por kilómetro de costa (Filbee-Dexter y Wernberg 2018).

La regulación de la extracción de algas es necesaria como marco normativo para evitar la destrucción del ecosistema marino. En los últimos 50 años los bosques de macroalgas se han reducido en un 38% a nivel global, debido a amenazas como el incremento de la temperatura global, la sobreexplotación, la introducción de especies exóticas y otras alteraciones a su ecosistema.

 

Agencia Ambiental 

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