Ushuaia 25 de agosto 2019.- Hace un año y cuatro meses Victoria Fernández (36) y Adrián Cabezas (37), junto a sus hijas Maitén (cumple 14 en unos días, el 1 de septiembre), Aimé (10) y Amancay (6), emprendieron viaje a bordo de un motorhome.
Salieron desde Ushuaia y, tras pasar por Quito, ahora están en la ciudad de Ilo, Perú. No es una escapada de vacaciones. Su viaje dura «para siempre».
Desde 1 de abril del año pasado, el intrépido matrimonio que encabeza a esta tribu viajera eligió al vehículo, una Istana modelo 2001 que refaccionaron y que bautizaron «La Graciana» -en homenaje a la abuela de Victoria-, y se convirtió en su nuevo hogar.
Dejaron atrás su otra vida, «la convencional», para recorrer el continente sobre ruedas «con la idea de poder demostrarle a las nenas que pueden hacer todo lo que desean», cuenta Victoria a Infobae.
Ella ya no es profesora de artes visuales y maestra de grado ni trabaja en el área de cultura del Museo de la Ciudad y del Centro Cultural Esther Fadu. Adrián, por su parte, ya no cumple la labor como técnico en informática del Parque Nacional Tierra del Fuego.
Ambos dejaron sus trabajos -estables y para los que habían estudiado durante años- para cumplir su «sueño»: el de vivir a diario en la ruta, con la dirección que los lleve a los nuevos destinos por conocer. Es el futuro que anhelan para sus hijas: proyectan en las menores el estilo que buscaron desde hacía tiempo, «como quien no pudo ser abogado y quiere eso para sus hijos», grafica Victoria.
La pareja se dedica ahora a la artesanía y a changas que surjan en el camino. Cuentan, además, con una entrada fija, que es el alquiler de una casa que Adrián comparte con su hermano.
«Nuestro deseo es vivir así para siempre: donde queramos, haciendo lo que queramos y en el momento en que queramos. A veces en un lugar estamos un mes, a veces unos días, a veces un rato nomás. Ningún tiempo nos apura para ir a algún lado», sintetiza la mujer, y agrega que ahora vienen camino a la Argentina para visitar a la familia y resolver algunos asuntos pendientes.
Juntos documentan y comparten las postales del viaje en sus redes sociales, en sus perfiles personales y en otros creados para la ocasión.
Las plataformas sociales no solo sirven de canal para mostrar la vida nómade, sino que tienen otra utilidad: componen una red de colaboración entre viajeros. Por esa vía conocen a otros que andan rodando por el mundo o a residentes de las distintas ciudades y pueblos, de quienes reciben colaboración y ayuda.
Fuente: Infobae