Ushuaia 01 de mayo 2020.- La amenaza de contagio del COVID-19 pone particularmente a los adultos mayores ante la necesidad de enfrentar la incertidumbre, el miedo y la angustia. Partiendo de esta premisa, Inés Galetto, Licenciada en Psicología, especialista en Psicogerontología y consultora externa de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego Antártida e Islas del Atlántico Sur, realizó un análisis sobre la situación que atraviesa el primer grupo de riesgo en el contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio.

 

¿Cómo viven los adultos mayores este aislamiento?

En principio y como primer acercamiento al tema podríamos decir que los adultos mayores es el grupo más afectado por ser el más vulnerable. Las estadísticas muestran que un 80 por ciento de las víctimas del COVID-19 pertenecen a este grupo etario.

También, es el grupo que la pandemia puso más tristemente de relieve visibilizando las aristas más inhumanas y terribles en el abandono. Sin embargo, esa vulnerabilidad, esa “visibilización” por lo negativo, no agota ni con mucho lo que podemos decir del tema: lo propio, lo específico del envejecimiento es la diversidad. Cada uno, cada una de las personas mayores envejecen según su trayecto de vida, su nivel educativo, sus experiencias pasadas; cuentan con recursos diversos para afrontar las situaciones de crisis. No hay una vejez sino tantas vejeces como personas mayores hay.

 

El encierro puede incrementar la sensación de soledad y aislamiento. Y el alejamiento de los pares influye negativamente en el estado emocional. Aunque aquí, la subjetividad cumple un papel fundamental, quienes viven solos no por eso se sienten solos, ya que encuentran la manera de conectarse con su familia y amigos y siguen realizando sus actividades en casa. Envejecer es diferenciarse. Cuenta el curso de vida que se tuvo, las oportunidades que se vivieron.

Los adultos mayores por haber vivido múltiples experiencias de crisis son resilientes, aunque esto pueda volverse en su contra cuando se reviven experiencias traumáticas del pasado que no han sido elaboradas e influyen negativamente en la percepción del presente, haciéndolos ver todo más terrible y oscuro de lo que puede ser.

 

¿En qué medida les son útiles las herramientas virtuales?

Las herramientas virtuales han adquirido una importancia fundamental durante la cuarentena. Muchas veces son los varones los que las manejan más por las desigualdades educativas y laborales que han soportado las mujeres en su vida activa. Respecto a estas desigualdades en el acceso a la tecnología, considero que la sociedad está en deuda con los adultos mayores.

Si bien existen algunos programas como el U-Pami que han realizado cursos para la incorporación de los adultos mayores al uso de la tecnología, y también algunas instituciones y centros de jubilados han hecho esfuerzos en este sentido, todavía son acciones que no se sostienen en el tiempo; no tienen suficiente difusión y son de acceso limitado.

 

¿Qué piensa sobre la posible restricción en CABA para mayores de 70?

Más allá de la interpretación evidente de medida de protección hacia esa franja etaria, implica una vez más una visibilización de los adultos mayores por lo negativo: su vulnerabilidad; los ubica en el lugar de “objetos a ser cuidados” y no como lo que en realidad son: ciudadanos que pueden ejercer y de hecho ejercen el autocuidado.

La medida se inscribe en lo que la bibliografía define como edadismo o viejismo, que infantiliza a las personas mayores, los reducen a un único rol de abuelos, les reducen las oportunidades de aprender nuevos roles que les permitan integrarse a la comunidad en la que viven; invisibiliza los muchos y valiosos aportes que han hecho y siguen haciendo a sus familias y a la sociedad.

 

¿Qué podría ayudarlos a transitar el aislamiento?

Lo más importante es no aislarse emocionalmente más allá del necesario aislamiento físico por la cuarentena. Utilizar los recursos con que se cuenta para comunicarse con sus afectos; es el momento de llamar a esas personas recordadas y queridas con las que hace tiempo no se comunican.

Expresar los sentimientos: decírselos a alguien, escribirlos, comunicarlos de algún modo.

Seguir manteniéndose activos/activas realizando las cosas que les den placer, satisfacción. El logro de una vejez saludable implica mantener vivo el deseo, el interés por los que nos rodea, la conexión con la vida.

No sobreexigirse tratando de hacer todo. Organizar los tiempos para descansar y los tiempos para las actividades. En ese sentido los varones están más acostumbrados por las pautas culturales de crianza, a dedicar el tiempo para hacer las cosas que les dan satisfacción. Mientras que las mujeres, especialmente las mayores de 65, 70 años, han sido socializadas por una cultura de división patriarcal del trabajo, por lo que suelen dejarse absorber por lo que tiene que ver con los trabajos de limpieza de la casa, la cocina y les cuesta mucho más atender a sus propias necesidades personales, no sólo dedicar tiempo para eso sino a veces registrar cuáles son esas necesidades.