Ushuaia 08 de noviembre 2018.- Desde el Partido Social Patagónico advertimos con enorme preocupación la sostenida promoción en medios nacionales, y su réplica en redes sociales y algunos medios locales, de una denuncia realizada contra el Intendente riograndense Gustavo Melella, ahora acompañada con presiones nunca vistas hacia jueces y fiscales locales intervinientes en la causa.

Esta inauguración de la campaña electoral con las peores prácticas de la política desleal y repudiable, traspasa todos los límites permitidos.

 

Resulta casi imposible desvincular la maniobra del escenario político fueguino puesto que todo este proceso surge luego de conocerse los sondeos de opinión de fuentes diversas que ubicaron -todos ellos- al intendente de Río Grande liderando las preferencias del electorado en la disputa por la Gobernación de la Provincia, guardando un amplio margen respecto de otros candidatos o candidatas, inclusive de la actual Gobernadora Bertone. Como una novela vespertina por capítulos, se fueron sumando actores, para darle color y continuidad a una denuncia que debe transitar por los caminos judiciales en la búsqueda de la verdad de los hechos.

Se le imputaron al Intendente varios delitos, los cuales deben ser investigados, esclarecidos y determinados por la justicia ante la cual fueron formulados. Sin embargo, el abordaje que se le dio al tema no solamente bordea y traspasa los límites de la vulneración de derechos personalísimos que nada tienen que ver con la función desempeñada, sino que ahora, suma nuevos actores de dudosos y oscuros antecedentes que presentan “espontáneamente” por pura indignación ciudadana de habitante de Argentina, un pedido de  jury de enjuiciamiento contra los responsables judiciales de la investigación.

 

Se observa con toda claridad que el objetivo no es la búsqueda de la verdad real de los hechos imputados sino propinar el mayor daño posible en la consideración pública sobre el oponente mejor valorado por la ciudadanía para representar intereses colectivos en la Provincia.

Y en esto tampoco son originales, solo replican estrategias de guerra: a través de un lenguaje jurídico y con una amplia cobertura mediática, difícil de contrarrestar, intentan destruir  a quien consideran el enemigo.

Estamos convencidos de la existencia de vínculos entre los intereses relacionados con la próxima elección y la mediatización múltiple de la denuncia a la que ahora se suma la presión sobre el Poder Judicial.

 

El acusado se ha puesto a disposición de la Justicia pero la duda introducida, con una cobertura mediática millonaria, tiene promotores que cuidadosamente guardan su anonimato, porque lo importante aquí parece ser el intento de dañar: saben que probablemente la incertidumbre generada no será abordada con la misma intensidad en sus resultados cuando estos se produzcan.

La población de Tierra del Fuego merece saber la verdad y para ello necesita que la Justicia pueda investigar y determinar sin condicionamientos, presiones ni interferencias si los hechos denunciados se corresponden con lo sucedido, o si constituyen o no delito.

Sabemos que los medios son actores interesados y actúan desde sus intereses económicos y políticos. Por eso, mientras se indaga en los temas que se introducen en la agenda pública se ocultan otros. Y esa es también una decisión política: mientras los medios de comunicación eligen qué decir, eligen qué callar.

 

Mientras se discute una causa que debe ser investigada con presunción de inocencia, por mandato constitucional, se silencian acciones políticas que afectan a miles de ciudadanos: adjudicación de obras, suspensión de obras, pagos de anticipos financieros, aumentos de tarifas, endeudamientos escandalosos, vulneración de derechos laborales, ambientales y sociales.

Se montan escenarios, se cubren grandilocuentes anuncios que no se corresponden con los datos de las condiciones de vida de la población. Una práctica habitual de los gobiernos de élite política que alquilan popularidad, a fuerza de financiamiento. Mientras algunos juegan a la guerra, la ciudadanía espera, observa, duda, piensa y decide. En libertad. A pesar de las operaciones y en contra de ellas, sosteniendo la locura de ver más allá de la mediocridad que nos proponen:

“La mediocridad para algunos es normal, la locura es poder ver más allá” (El tuerto y los ciegos, Charly García).