malvinas1La reciente desclasificación de los archivos secretos de las Fuerzas Armadas sobre la guerra de Malvinas abrió un nuevo capítulo en el reclamo de justicia que los ex combatientes argentinos intentan impulsar contra los crímenes de guerra cometidos por las tropas Británicas durante el conflicto de 1982. “Nos presentamos como querellantes y le pedimos al Juzgado de Río Grande, a cargo de la causa, que oficie al Ministerio de Defensa para que aporte toda la información desclasificada que pueda tener relación con la denuncia que presentamos contra los británicos en 2013”, explicó a Infojus Noticias

Jerónimo Iraola, abogado representante del Centro de Ex Combatientes CECIM de La Plata. En el escrito presentado a principios de septiembre, se pide también que  el paracaidista Gary Sturge, el sargento John Pettinger, el corporal Stewart MacLauglin y el cabo Connery sean citados  a declaración indagatoria por diferentes hechos criminales cometidos durante el conflicto armado en perjuicio de soldados argentinos.

Los libros “Muchacho de ojos verdes”, de Adrian Weale  y Christian Jennings, y  “Los dos lados del infierno”, de Vincent Bramley, fueron el eje de la presentación judicial hecha en 2013. En las páginas escritas por los actores británicos del conflicto en Malvinas se desprenden los delitos que los propios soldados argentinos habían relatado al volver a casa. Por eso, para los denunciantes, es central que los autores de los libros presten declaración testimonial en la Justicia argentina. “Pedimos que sean citados a declarar para poder confirmar lo que está narrado en estos libros”, explicó Iraola.

Gary “Louis” Sturge

Entre el 11 y el 12 de junio de 1982 el enfrentamiento en las islas tuvo como epicentro el monte Longdon. Esa cruenta batalla es el eje del libro “Muchacho de ojos verdes”, publicado en 1996. Weale, uno de los autores, era oficial de inteligencia militar; mientras que el otro, Jennings, fue parte del regimiento de paracaidistas territoriales.

La batalla duró doce horas y la lucha fue cuerpo a cuerpo. Sturge –uno de los acusados por los ex combatientes argentinos– estaba a cargo de un grupo de hombres que tuvieron la misión de enterrar a 23 de sus colegas caídos en combate. También tuvieron que hacerlo con los soldados argentinos. Según consta en la denuncia presentada, en eso estaba Sturge cuando se encontró con un soldado argentino herido en una pierna y preguntó a su superior, el sargento mayor Alec Munro, qué hacer con él. La orden fue llevarlo con el resto de los prisioneros de guerra. Sin embargo, lo arrastró y con su pistola lo asesinó de un disparo en la cabeza. El capitán Tony Mason presenció el crimen. Según la denuncia, Mason declaró: “Sturge estaba temblando y yo pensé que me iba a tirar a mí también”.

John Pettinger

Las acusaciones sobre el sargento Pettinger están basadas en los testimonios de ex combatientes británicos reflejados en el libro ya citado, que coinciden con lo que cuenta Bramley en sus textos “Los dos lados del infierno” y “Viaje al infierno”. Según se narra –y consta en la denuncia– “a las ocho de la noche del 11 de junio, los ingleses infiltraron hombres del Regimiento de Paracaidistas cerca de las posiciones del Regimiento 7 de La Plata. A las 12 de la noche empezaron los ataques con fuerzas de artillería. A las 6 de la mañana, los argentinos recibieron la orden de replegarse hacia Wireless Ridge. Monte Longdon, fue escenario de crímenes de guerra”.

Entre esos crímenes están los sufridos por tres soldados heridos que fueron rematados durante el combate. “El cabo José Carrizo –sobreviviente– contó que aquella madrugada sintió que le pusieron la boca de un fusil en la espalda. Levantó los brazos en señal de rendición y un inglés le hizo un gesto con la mano amenazándolo con cortarle el cuello. Luego de una corta ráfaga de ametralladora que le arrancó parte de masa encefálica y un ojo, lo dieron por muerto y lo abandonaron”, dice la denuncia.

Stewart MacLauglin y Connery

El caso del corporal MacLauglin es la muestra clara de la crueldad de la guerra. En  “Muchacho de ojos verdes”, cuentan que fue “privado de honores póstumos por coleccionar orejas que había arrancado de los enemigos”. Según consta en la denuncia soldados argentinos fueron víctimas de está tortura mientras estaban vivos. Si bien de este texto se desprende que el corporal ha fallecido, el pedido de los denunciantes se mantiene hasta tanto sea informado el fallecimiento de manera oficial y legal.

Otro de los casos denunciados involucra al cabo Connery, acusado de asestar con su bayoneta una puñalada mortal a un soldado argentino que gritaba “¡Quiero a  mi abuela!”.

Violación al Convenio de Ginebra 

Para los miembros del CECIM de La Plata, es imperioso que se investiguen estos dichos no solo para tratar de llegar a que se haga Justicia, sino también para saldar una verdad histórica. Algo que los ex combatientes contaron al volver a casa y pocas veces tuvieron quienes los escucharan.

Iraola explicó a Infojus Noticias que los casos que se investigan entran en la tipificación de las “infracciones a los Convenios de Ginebra como Crímenes de Guerra”. Este convenio ha sido consagrada en el Estatuto de Roma, instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional. Además, explicó el abogado son crímenes imprescriptibles conforme lo determina el artículo I, inciso “a” de la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad  del 26 de noviembre de 1968.

Un elemento no menor para darle entidad a los hechos narrados en los libros es que, mediados de la década de 1990, distintos miembros de la Scotland Yard, realizaron una investigación al respecto. Incluso, estuvieron en Argentina entrevistándose con ex combatientes que aportaron información “trascendente” en lo relativo a la circunstancias de los hechos.

Fuente Infojusnoticias